Comentario
CANTO DIEZ Y OCHO
Como fue el Gouernador para la fuerça de Acoma, y alboroto que causò Zutacapan, y traicion que tuuo fabricada
O libre libertad, como te ofendes,
Si duro iugo viene amenuando,
Con que solicitud la altiua frente,
Y cerbiz braua vemos que sacudes,
Al punto que les sientes y conoçes,
No sube en Tiuar, ni en Arauia, tanto,
El oro, sus quilates lebantados,
Quanto los tuyos vemos que lebantas,
Y no es mucho, pues toda su grandeza,
No es valor suficiente ni bastante,
Que pueda emparejar al alto precio,
De lo mucho que vales, y te estimas,
Apenas se mouio y salio marchando,
Para el Peñol soberuio todo el campo,
Quando Zutacapan salio de passo,
Y digo assi señor salio de passo,
Por no auer sido baruaro de cuenta,
Mas antes comunmente reputado,
El, y todos sus deudos, y passados,
Por gente mas vil, baja, y mas grossera,
Que toda essotra chuzma conozida,
Y assi en las juntas graues que tuuieron,
Por ser todos humildes y encogidos,
Jamas ninguno dellos fue llamado,
Pues siendo aqueste de ambicion cautiuo,
Iniuidioso, soberuio, y aleboso,
Amigo de mandar y ser tenido,
Pareciole ser ya llegada la hora,
De que libertad fuesse medianera,
Para poder subirse y lebantarse,
Y para dar principio à su flaqueza,
Determinò de hablar à todo el pueblo,
Y subiendose à lo alto de vna casa,
En altas vozes empezo à dezirles,
Escuchadme varones y mugeres,
Vezinos desta fuerça desdichada,
Que à dura seruidumbre miserable,
Hos siento ya sugetos y abatidos,
Por qual razon aueys assi querido,
Dormir à sueño suelto sin cuidado,
Serà bien que perdamos todos juntos,
La dulze libertad que nos dexaron,
Nuestros difuntos padres ya passados,
No sentis los clarines y las cajas,
De la soberuia gente Castellana,
Que à toda priessa viene ya marchando,
Qual es aquel que piensa de vosotros,
Quedar con libertad si aquestos llegan,
Estando como estamos descuidados,
Tomad, tomad, las armas y esperemos,
La intencion mala, o buena, con que vienen,
Que en nuestra mano està despues dejarlas,
Si conuiene assi, que las dexemos,
Apenas lo vbo dicho quando luego,
Furiosos todos fueron embistiendo,
Los vnos con gran priessa descolgando,
Del alto techo la fornida maça,
Otros el gruesso leño bien labrado,
Qual la rodela y hasta bien tostada,
El arco, y el carcax de agudas puntas,
Con otras muchas armas que à su modo,
Han conserbado siempre, y han guardado,
Y con ellas salieron à la plaça,
Turbados de alboroto y de rebuelta,
Y el baruaro qual vn astuto lobo,
Por la nariz y boca resollando,
Latiendo los hijares con braueza,
Vn ñudoso baston en la derecha,
Rebentando por verse ya rebuelto,
En cosas de ambicion y de gouierno,
De lo alto de la casa donde estaua,
Al baruaro esquadron bajò diziendo,
Con grandes alaridos, guerra, guerra,
A sangre, fuego, y arma, sin remedio,
Ni dilacion alguna se lebante,
Contra estos alebosos, que pretenden,
Pisar los brauos terminos vedados,
No solo à todo el mundo y su grandeza,
Mas á los mismos dioses prohibidos,
Que muerte y vida traigo aqui rendidas,
Al valor deste braço poderoso,
Para que por mi solo gusto viuan,
O mueran tristemente miserables,
Aquestos atrebidos que endereçan,
Sus mal seguros passos a nosotros,
Muchos dellos alli se le arrimaron,
Que aquesto tiene el mundo que nos faltan,
Amigos de renzillas y alborotos,
Y quien atize, sople, y cresca el fuego,
Y porque tambien todo lo digamos.
Entre los malos muchas vezes vemos,
Algunos dile de suyo son muy buenos,
Tuuo Zutacapan vn noble hijo,
El primero que en todo su linaje,
Mostrò tener valor, y buen concierto,
Llamado Zutancalpo, moço afable,
Que veinte años cumplidos no tenia,
Gracioso, gentilhombre, y bien hablado,
Amigo de su Patria, y muy compuesto,
Y en cosas de importancia reportado,
Aqueste fue el primero que se opuso,
A resistir al Padre en sus intentos,
Hablando desta suerte a todo el pueblo,
Nobleza de Acomeses valerosos,
Aunque es verdad, y todos conozemos,
Que la fortuna siempre faborece,
A los que son ossados y atreuidos,
Con esto tambien todos alcançamos,
Que no es cosa segura, ni discreta,
Ser sin maduro acuerdo el hombre ossado,
Porque donde el peligro no se teme,
Alli muestra su fuerça mayor golpe,
Y este es tanto mas graue y mas pesado,
Quando con mas confiança fue emprendido,
Bien os consta que entraron los Castillas,
Segun grandes guerreros en la tierra,
Bien preuenidos todos con cuidado,
La noche toda en peso con sus velas,
Sabemos duermen juntos bien armados,
Y en pueblos que han entrado conozemos,
Que en paz gustosa a todos los dexaron,
Pues si ellos ancançasen que nosotros,
Las sossegadas armas lebantamos,
Viniendo como vienen preuenidos,
Quien duda ser la guerra cierta en casa,
Y si aquesta no bien nos sucediesse,
Y estos son como dizen inmortales,
Qual disculpa sera la que disculpe,
El ser todos nosotros los primeros,
En encender la tierra que de suio,
Esta toda gustosa y sossegada,
Tened las armas, no querais con ellas,
Causar incendio que despues no pueda,
Ser de todos nosotros apagado,
Y cessando con esto el brauo joben,
Estaua en esta fuerça vn noble vicio,
Que ciento y veinte años alcançaua,
En sus tiempos varon de muy buen seso,
Auiso y discrecion bien concertada,
Y principal tambien de seys que auia,
En toda aquella fuerça señalados,
Este por nombre Chùmpo se llamaua,
Y porque algun gran daño no causasen,
Con el bullicio de armas lebantadas,
De aquesta suerte à todos les propuso,
Hijos caros, valientes y escogidos,
De donde el honor de Acoma deciende,
Y flor de aquella gente esclarecida,
De donde vuestro esfuerço,
Y ser depende, Que con yra seais embrauecidos,
Contra todos aquellos que pretenden,
Por algun mal camino perturbaros,
Es cosa en si tan justa, quanto injusta,
Querer vosotros mismos encenderos,
Y assi encendidos aguardar al viento,
Y que con él los vnos y los otros,
Quedemos despues todos abrasados,
Yo soy de parecer que luego auna,
Las armas se sossieguen y descansen,
Que como os tiene dicho Zutancalpo,
Si en otros pueblos guerras no han tenido,
Aquestos Españoles que esperamos,
Hijos que causa puede auer bastante,
Para que aqui nosotros los temamos,
Y con esto que el viejo les propuso,
Demas de las razones del mancebo,
Todos las armas luego suspendieron,
Y libres de temor se sossegaron,
Solo Zutacapan embrauezido,
Fue tal su furia, fuego, y frenesia
Que muy viuas centellas de su cuerpo,
Y por los ojos llamas despedia,
Y qual furioso toro que bramando,
La escarua de la tierra vemos saca,
Y sobre el espacioso lomo arroja,
Y firme en los robustos pies ligeros,
El ayre en vano azota, hiere, y rompe,
Con vno y otro cuerno corajoso,
Assi salio este baruaro sañudo,
Al hijo maldiciendo y blasfemando,
Y à Chùmpo si pudiera con los dientes,
Alli hecho pedazos le dexara,
Mal qual viuo raposo hastuto y diestro,
Disimulose todo lo que pudo,
Fingiendo darle gusto lo tratado,
Y al descuido las redes bien tendidas,
Fue con todas sus fuerças procurando,
De agasajar amigos bulliciosos,
Y supo darse en esto tanta maña,
Que no quedò moçuelo belicoso,
Que su opinion y vando no siguiesse,
Viendose pues de fuerças reforçado,
Creciole la soberuia de manera,
Que tratò con algunos de secreto,
Que al General sin replica ninguna,
Dentro de aquella fuerça le matasen,
Dando entre todos traza que en entrando,
A cierta estufa luego le lleuassen,
Y dentro doze baruaros secretos,
Alli la vida juntos le quitasen,
Hecho aqueste concierto y trato doble,
Llegò el Gouernador con todo el campo,
Y admirado de ver la braua fuerça,
Grandeza, y fortaleza que mostrauan,
Los poderosos muros lebantados,
Torreones, castillos espantosos,
Baluartes, y braueza nunca vista,
Pasmado se quedò por vn buen rato,
Mirando desde afuera las subidas,
Y bajadas, grimosas no pensadas,
Y estando alli mirando, y remirando,
Assi como el artifice que el sitio,
Del edificio nota, y toma el punto,
Y aduierte bien los vientos, Sol y quadros,
Medidos con los anchos y los largos,
Y en proporcion deuida, traza y forma,
La planta con destreça bien sacada,
Llegò Zutacapan con todo el pueblo,
A ver al General, Y à todo el campo,
Y si admirados todos estuuieron,
Mucho mas admirados y espantados,
Se quedaron los baruaros de verlos,
A todos tan cubiertos y vestidos,
De poderoso azero, y duro hierro,
Y en ligeros cauallos animosos,
De fina piel curtida encubertados,
Cuyos brauos relinchos les causaron,
Vn terrible pabor y sobresalto,
Medrosos de que aquellos animales,
Alguna cosa grande les dixessen,
Y porque el General assi lo quiso,
No mas que por causarles mas espanto,
Con gallarda destreza los prouaron,
En ligeros manijos desembueltos,
Y pasmados los baruaros de verlos,
Los ojos no mouieron ni hablaron,
Y luego que don Iuan en pie se puso,
Todos con gran presteza se pusieron,
En formado esquadron, sin que ninguno,
Alli los gouernase, ni mandase,
Por la mucha destreça que tenian,
En ocupar sus puestos con cuidado,
Y notando los baruaros el orden,
Con que empezò à subir la grande cumbre,
Y guarda que quedaua en los cauallos,
Auiso y preuencion que en todo auia,
Y que à la retaguardia los pusieron,
Por lleuarles el alto ya ganado,
Auergonçados todos se mostrauan,
De ver en los Castillas tanto auiso,
Y con esto les dio tambien cuidado,
Que luego que llegaron a la cumbre,
Disparando y cargando vna gran falua,
A todos los del pueblo les hizieron,
Demas desto aduirtieron y notaron,
El Orden con que fueron por las plaças,
Y como hechos todos vna piña,
En vna dellas fueron reparando,
Y conoziendo el baruaro que aquello,
Era por don Iuan solo gouernado,
Y que si su persona les faltase,
Auian de ser todos rendidos,
Arrojose al intento començado,
Y por poder mejor salir del hecho,
Llegose al General, y por el braço,
Con gusto le prendiò, y rogò que fuesse,
A ver vna gran cosa que tenia,
Metida en vna estufa bien guardada,
Y luego el General con buen semblante,
Por no dar de flaqueza algun indicio,
Con el fue junto sin perder de vista,
Al formado esquadron que alli dexaua,
Y assi como llegaron a la estufa,
Alegre le rogò que dentro entrase,
Y visto el soterrano, y boca estrecha,
Qual suele aquel que por camino incierto,
Echa de ver, ynopinadamente,
Que de muy alta cumbre se despeña,
Y con prestas repressas se retira,
Assi se retirò y con contento,
Al baruaro le dixo que queria,
Bajar el esquadron de aquella fuerça,
Y puesto abajo todo, y alojado,
Daria luego buelta a ver la estufa,
Y por assegurarle mas le dixo,
Que con el se bajase, porque juntos,
Mano a mano à la cumbre se boluiessen,
Y con aquesto el baruaro contento,
Con ellos se bajò para lo llano,
Donde don Iuan le despidio diziendo,
Que por venir cansado, y ser ya tarde,
Ya no podria subir, que tiempo abria,
Para poder boluer a darle gusto,
Y visto el lance en vano, entristecido,
El barruaro quedò con gran cuidado,
Y esta traicion jamas señor se supo,
Hasta que vbo gran tiempo ya passado,
Y assi contentos de que mal saliesse,
Zutacapan del hecho mal pensado,
Luego Purguapo, Chúmpo, y Zutancalpo,
Con todos sus amigos le truxeron,
Los mas regalos que les fue possible,
Y gran cantidad de agua que bebiesse,
Toda la cauallada que venia,
Y estando todo aquesto preuenido,
Luego el General quiso proponerles,
Si pretendian datos la obediencia,
Y assí como los otros sin rezelo,
La dieron con gran gusto y gran contento,
Siendo Zutacapan y sus consortes,
Los primeros que en darla concedieron,
Con esto se partio de aquella fuerça,
Passando á Mohoçe, Zibola, y Zuñi,
Por cuias nobles tierras descubrimos,
Vna gran tropa de indios que venia,
Con cantidad harina que esparçian,
Sobre la gente toda muy apriessa,
Y entrando assi en los pueblos las mugeres,
Dieron en arrojarnos tanta della,
Que dimos en tomarles los costales,
De donde resulto tener con ellas,
Vnas carnelostendas bien reñidas,
De grande passatiempo y muy trabadas,
Y luego que cansados vbo pazes,
Entre ellas y nosotros, por concierto,
Con sumo regozijo nos truxeron,
A todos que comer en abundancia,
Y estando assi comiendo nos dixeron,
Que aquella cerimonia se hazia,
Por darnos a entender con mas certeza,
Que assi como no puede ser que el hombre,
Pueda passar viuiendo alegremente,
Aquesta vida triste fin sustento,
Que assi no era possible que passasen,
Sin sernos siempre amigos verdaderos,
Y viendo que vna Cruz alli arbolamos,
Como nosotros todos la adoraron,
Y para mas mostrar su buen intento,
Al General y à todos combidaron,
Para vna illustre caza que hazian,
Y dandoles en esto todo gusto,
Tomamos los cauallos y partimos,
Y llegados al puesto estauan juntos,
Mas de ochocientos baruaros amigos,
Y assi como nos vieron arrancaron,
Haziendo dos grandiosas medias lunas,
Y cerrando los cuernos se mostraron,
En circulo redondo tan tendidos,
Que espacio de vna legua rodeauan,
De sola trauesia, y en el medio,
Con toda nuestra esquadra nos tuuimos,
Y luego que empeçaron el ogeo,
Cerrando todo el circulo vinieron,
A meter donde juntos nos quedamos,
Tantas liebres, conejos, y raposos,
Que entre los mismos pies de los cauallos,
Pensauan guarecerse, y socorrerse,
Bien quisieran algunos por su gusto,
Andar alli à las bueltas con la caça,
A dar à los raposos ciertos golpes,
Mas fue mandato expresso que ninguno,
Dexase de estar bien apercebido,
Los pies en los estribos con cuidado,
Por no saber de cierto si sus pechos,
Fuessen tan buenos, nobles, y cenzillos,
Como ordinariamente se mostraron,
En esta alegre caza vimos muertas,
Largas ochenta liebres muy hermosas,
Treinta y quatro conejos, y no cuento,
Los raposos que alli tambien juntaron,
Y no se yo que tenga todo el mundo,
Liebres de mas buen gusto, y mas sabrosas,
Mas crecidas, mas bellas, ni mas tiernas,
Que esta tierra produze, y sus contornos,
Con esto se boluieron para el pueblo,
Y luego al Capitan Farsan mandaron,
Que fuesse à descubrir ciertas salinas,
De que grande noticia se tenia,
Y poniendo por obra aquel mandato,
Con presta diligencia, y buen cuidado,
En brebe dio la buelta, y dizo dellas,
Que eran tan caudalosas y tan grandes,
Que por espacio de una legua larga,
Mostraua toda aquella sal, de gruesso,
Vna muy larga pica bien tendida,
Y con tan buena mano como tuuo,
Mandole que segunda vez saliesse,
En busca de vnas minas muy famosas,
Porque dellas tambien se auia tenido,
Bastante relacion de muchas gentes,
Y porque todo bien se encaminase,
Con el salio Quesada bien armado,
Don Iuan Escarramal, y Antonio Conde,
Marcos Garçia, en mil trabajos fuerte,
Y en ellos Damiero bien sufrido,
Y Hernan Martin, con otros compañeros,
Que juntos con presteza se partieron,
Y despues que anduuieron muchas leguas,
Padeciendo grandissimos trabajos,
La buelta dio Quesada muy contento,
Diziendo grandes vienes de la tierra,
Y que era de metales abundosa,
De lindos pastos, montes, fuentes, Rios,
Cañadas, vegas, sitios, y llanadas,
Por cuios puestos cantidad toparon,
De gallinas monteses de la tierra,
Iguanas y perdizes de Castilla,
Conchas de perlas, porque cerca estauan,
De la perlada costa que en silencio,
Quiere el inmenso Dios que esté guardada,
El sabe para que, y por que se calla,
Y mucha gente toda bien dispuesta,
Hermosa por extremo, y no era mucho,
Porque no auia ninguno que dexafe,
De ponerse en mitad de la cabeça,
Vna Cruz bella, hecha de dos cañas,
Y a los mismos cabellos bien prendida,
Y estandonos diziendo todo aquesto,
Llegò Sarsan, y sin faltar en nada,
Aquellas mismas cosas fue contanto,
Y quisieron los dos adelantarse,
Dexando muy atras los compañeros,
Por solo dar aquellas buenas nueuas,
Y como el gran contento siempre
Gran largueza en aquel que le recibe,
Por mas bien celebrar las buenas nueuas,
Nombro el Gouernador por Capitanes,
Al Alferez Romero, y Iuan Piñero,
Y porque ya he llegado, temo y siento,
Que aqui se me apareja un gran quebranto,
Quiero esforçar la boz en este canto.